Archivos Mensuales: mayo 2013

¡Abre tu ventana y contempla la belleza y la grandeza de la creación de Dios!

Nuestra era, ¿una era de extraordinarios avances?

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Fuente: http://bit.ly/16KJGbx  usada bajo licencia de CC.

Vivimos en la era de los grandes avances tecnológicos, de los inventos que sobrepasan los límites de nuestra imaginación y desde luego, de la comunicación global instantánea.

Imaginación, creatividad, ingenio e innovación se han juntado en este siglo para facilitar al máximo la existencia del ser humano y mejorar asombrosamente su condición de vida.

Extraordinarios avances en la medicina, nuevos satélites lanzados al espacio en busca de un cada vez más evolucionado entendimiento del universo; y por cierto, hace tiempo se acortaron las miles de millas entre países y aún continentes. Con un solo “click” es posible una video conferencia que es capaz de unir en un abrazo virtual a familias, amigos e incluso a los grandes de las negociaciones cibernéticas.

Verdaderamente este siglo es digno de admiración y de reconocimiento a quienes han hecho posible que la humanidad avance, sobresalga y que esté en su máximo esplendor de desarrollo.

La excelencia es sin duda la marca de este siglo, vista desde esta perspectiva.

Pero contradictoriamente y pese a que estos extraordinarios avances están prácticamente presentes en nuestro día a día, una parte de nuestra cotidianidad no ha sido afectada por el ejemplo de excelencia evidente en cambios sustanciales de este siglo.

Así, tristemente observamos y aún experimentamos las tan repudiadas malas prácticas médicas, que tantos hechos desafortunados han causado, entre ellos incluso la muerte de seres queridos.

Cuántos de nosotros hemos tenido que realizar trámites en oficinas públicas y a veces incluso en empresas privadas, las dos por cierto, promueven honrosamente la tecnología de punta para servir con altos estándares de calidad a sus clientes. No obstante, la experiencia ha sido caótica, puesto que los sistemas no han funcionado conforme se ha publicitado y peor aún, el personal de estas entidades, no nos brindaron una atención adecuada y efectiva.

Por otro lado, mientras más investigamos y afirmamos entender las leyes del universo; menos nos entendemos como seres humanos y experimentamos más y más relaciones quebrantadas.

Y así mismo, mientras más fácil nos parece abrir nuestra vida públicamente a través de las redes sociales, menos nos esforzamos en fortalecer nuestras relaciones personales y familiares, y eventualmente vivimos casa adentro relaciones fracasadas.

Esta es precisamente la paradoja que vive nuestro siglo. La era del desarrollo tecnológico, las telecomunicaciones y las redes sociales vs. La era de la decadencia de las relaciones humanas y la desintegración familiar.

Se proclaman a viva voz los altos estándares de calidad en las empresas, vistos desde la perspectiva de su avanzada tecnología digital; pero se olvidan  que por sobre los sistemas perfectamente desarrollados: centrales telefónicas, call centers, banca digital, etc. etc. etc., es el recurso humano quien debe tener una especial atención, cuidado, motivación y desarrollo. Porque es el recurso humano y no la tecnología per se, el verdadero motor que impulsan las empresas hacia la verdadera excelencia.

Y así mismo, es el núcleo familiar en el que cada miembro debe experimentar amor, comprensión, apoyo y un abrazo sincero aún durante los fracasos, para que la familia  experimente sanidad y restauración;  y cada ser humano emprenda su camino como persona hacia la excelencia.

Son tantas las esferas en las que está implícita la práctica de la excelencia y muchos más los temas que deben abordarse dentro de este contexto.

Mensualmente compartiré con ustedes historias, experiencias personales y de amigos cercanos; y por cierto, algunos consejos y recomendaciones  a través de los cuales le invitaré para que juntos compartamos un momento de reflexión y aprendizaje en torno a una vida que persiga la excelencia.

¡Bienvenidos y gracias por unirse a esta jornada hacia la excelencia!

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“Excelencia es hacer las cosas ordinarias extraordinariamente bien”.

John W. Gardner