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La marca de la excelencia de Dios – Su imagen

El alma es precisamente la que fue sellada con la marca de excelencia de nuestro Dios Trino Creador, porque fue hecha a Su imagen:

“Y creó Dios al hombre a Su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27)

Wernher von Braun, de hecho, reconoció al alma humana como la obra maestra de Dios. Y es en el alma humana que Dios ha impregnado Su imagen:

«Los científicos ahora creen que en la naturaleza, la materia nunca se destruye. Ni siquiera la partícula más pequeña puede desaparecer sin dejar rastro. La naturaleza no conoce la extinción, solo la transformación. ¿Tendría Dios menos respeto por su obra maestra de la creación, el alma humana? Cada persona recibe el regalo de la vida en esta tierra…El conocimiento de que el hombre puede elegir entre el bien y el mal debería acercarlo a su Creador … «. (Federer 2016)

Tan cierto como el análisis de Von Braun, los grandes teólogos y eruditos a lo largo de la historia han estudiado seria y profundamente lo concerniente a la “imagen de Dios”. Y la Palabra en sí nos brinda algunas porciones tanto en el Antiguo como el Nuevo Testamento.

Ya hemos citado anteriormente Génesis 1:26-27 que fundamentalmente tienen que ver con la intención de Dios de crear al ser humano y de hecho con Su acción concreta.

También en Génesis 9 encontramos otro versículo donde se hace alusión a la “imagen de Dios”, así:

“El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre”. (Génesis 9:6)

Erickson comenta que en Génesis 9 el asesinato se prohíbe sobre la base de que el ser humano fue creado en la imagen de Dios. Aunque este pasaje no menciona que los humanos portan aún la imagen de Dios, está claro que lo que Dios ha hecho anteriormente, tiene aún efecto, incluso posterior a la caída.[1]

Citemos ahora un pasaje del Nuevo Testamento donde también se hace referencia al tema en cuestión; y a través del cual las Escrituras evidencian que el ser humano es creado a la imagen de Dios, aún después de la caída.

“[La lengua] con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios”. (Santiago 3:9)

Erickson en su libro “Christian Theology” [Teología Cristiana] presenta algunos puntos de vista acerca de la naturaleza de la imagen de Dios. No obstante, concluye indicando que, al haber varias interpretaciones, esto es una indicación de que no hay una afirmación directa en las Escrituras sobre el tema. Por lo tanto, se deben extraer razonables inferencias de lo poco que la Biblia dice sobre este tema.  Y aquí compartimos las más relevantes, según el análisis de Erickson:[2]

  • La imagen de Dios es universal dentro de la raza humana. Si se analizan los pasajes Génesis 9:6 y Santiago 3:9-10; observamos prohibiciones de asesinato y maldición, respectivamente. Y estas prohibiciones se aplican sin limitaciones para toda la humanidad, sobre la base de que la humanidad fue creada a la imagen de Dios.
  • La imagen de Dios no se ha perdido como resultado del pecado o específicamente de la caída. Así, volviendo al análisis de las prohibiciones del asesinato y de la maldición, éstas aplican tanto a pecadores como a creyentes piadosos. Se asume así la presencia de la imagen y semejanza en los no creyentes. Si éste es el caso, significa que la imagen de Dios es algo que está conectado inseparablemente con la humanidad.
  • No hay indicaciones de que la imagen esté presente en una persona en un grado mayor que en otra. Dotaciones naturales superiores como un alto nivel de inteligencia; no es evidencia de la presencia o de un grado determinado de la imagen.
  • La imagen se refiere a los elementos en la composición humana que permiten el cumplimiento del destino humano. Se trata de los poderes de la personalidad que de alguna manera hacen a los humanos como Dios, es decir, seres capaces de interactuar con otras personas, de pensar, reflexionar y que tienen voluntad. La creación de Dios tuvo un propósito definido:  El humano estuvo destinado a conocer, amar y obedecer a Dios, y a vivir en armonía con otros seres humanos. Y enfatiza Erickson que los humanos son más plenamente humanos cuando están activos en estas relaciones, cumpliendo el propósito de Dios. Menciona aquí también que los atributos de Dios que algunas veces se refieren a los atributos comunicables constituyen la imagen de Dios.  Y puntualiza:

“La humanidad en cuanto humanidad tiene una naturaleza que abarca todo lo que constituye la personalidad o el yo: inteligencia, voluntad, emociones. Ésta es la imagen en la que se crearon los humanos, permitiéndoles tener la relación divinamente intencionada con Dios y con los demás humanos, y ejercer el dominio”. (Erickson 2003)

  • Es interesante que Erickson hace también mención al pensamiento de Karl Barth, quien dice que la imagen está presente en lo humano en tanto es humano. Y mira la imagen de Dios no sólo consistente en la relación vertical entre el humano y Dios; sino también en la horizontal entre los seres humanos. La imagen está relacionada con el hecho de que Dios creó un ser que, como Él mismo, puede ser un socio.

Así como este chico está sucio cubierto de pintura; así también el pecado mancha al ser humano, mancha la imagen de Dios. 

Viene bien destacar aquí una síntesis del estudio de Miguel Núñez, quien manifiesta que la imagen de Dios no ha sido perdida. Sí trastocada, desfigurada, pisoteada, distorsionada; pero, definitivamente no ha sido perdida. Por definición, dice, la imagen de Dios no puede ser perdida porque Dios existe permanentemente. Lo que la distorsionó es el pecado. Como seres humanos tenemos una mente con la cual pensamos, igual que Dios; emociones que sentimos; una inteligencia, un espíritu, existencia, todo esto al igual que Dios. Y en términos de destrucción del alma, no vamos a morir, al igual que Dios. El ser humano pasará al infierno o a la presencia de Dios, dependiendo de que sea un creyente o no; pero, va a seguir existiendo, al igual que Dios. Entonces lo que distorsiona la imagen de Dios es el pecado que entró al hombre. La naturaleza pecaminosa afectó en tanto la mente quedó entenebrecida, ésta distorsiona la percepción de la realidad de lo que el ser humano ve. Igualmente, los sentimientos quedaron afectados, el ser humano se ha vuelto egocéntrico, trata de satisfacer sus propias necesidades egoístamente. Antes de la caída, hubiésemos vivido en la presencia de Dios y no hubiésemos tenido las desviaciones que ahora tenemos.

El Dr. Núñez hace referencia a dos pasajes bíblicos que también fueron antes mencionados en este capítulo, Génesis 9:6 y Santiago 3:9. Los dos pasajes, dice, ocurren después de la caída. Y Dios sigue afirmando a través de ellos sobre la existencia de la imagen de Dios en el hombre. La imagen de Dios permanece en nosotros, y la gravedad de un crimen, violencia intrafamiliar o aborto radica básicamente en que los seres humanos seamos portadores de la imagen de Dios; si ésta no estuviera en nosotros pudiésemos morir igual que los animales y nada tendría ninguna consecuencia, concluye.[3]

 

[1] Millard J. Erickson, Christian Theology (Grand Rapids, MI: Baker Books, 2003), 519.

[2] Millard J. Erickson, Christian Theology (Grand Rapids, MI: Baker Books, 2003), 519-533.

[3] Miguel Núñez, “¿Es el hombre pecador aun la imagen de Dios?” Edificando,  https://www.youtube.com/watch?v=uaKE_9n-G_M

La excelencia comienza en el corazón del ser humano – Introducción

«Todo lo que Dios es y hace está marcado por la excelencia”.

Andreas Köstenberger

Hace unos años atrás tuve la oportunidad de hacer un viaje en submarino en Hawái. Un corto pero sorprendente viaje hacia el fondo del mar, donde las maravillas del mundo marino sólo vistas en la pantalla chica y en la grande, se convirtieron mágicamente en una hermosa realidad. Esta increíble experiencia fue simplemente la confirmación de que estemos donde estemos, siempre estaremos rodeados de belleza y magnificencia.[1]

Pero no sólo eso, fue una extraordinaria experiencia, en tanto me llevó a una insondable reflexión. Así como aún en las profundidades del mar el Dios Trino Creador dejó su marca de excelencia; así mismo, el Dios Trino Creador dejó esa misma marca de excelencia y aún superior, en las profundidades del corazón del ser humano, el pináculo de Su creación.

Andreas Köstenberger, en su libro “Excellence: The Character of God and the Pursuit of Scholarly Virtue” [Excelencia:  El carácter de Dios y la búsqueda de la virtud académica] manifiesta:

“Los teólogos sistemáticos normalmente no citan a la excelencia como uno de los atributos de Dios…Sin embargo, la excelencia se puede ver como un atributo divino general que abarca a todos los demás. Todo lo que Dios es y hace está marcado por la excelencia”. (Köstenberger 2011)

Y como ya lo hemos anotado también en los artículos anteriores, la marca de la excelencia de Dios está presente en toda la creación; consecuentemente en el ser humano.

Wernher von Braun, el reconocido científico alemán que nos trajo a la era espacial fue quien sentó las bases para los teléfonos celulares, la radio satelital, Internet, GPS y el radar Doppler. Pero no sólo eso, sino que especialmente sostenía una firme creencia en el Dios Creador de la Biblia. Y citamos precisamente a Von Braun porque luego de su conversión al cristianismo fue un fuerte proponente de la fe la cristiana y del creacionismo, defendiendo así que el creacionismo era una teoría científica factible para el origen del universo, la vida y el hombre.[2] Y precisó:

“Ser forzado a creer…que todo en el universo sucedió por casualidad violaría la misma objetividad de la ciencia. Ciertamente, hay quienes sostienen que el universo evolucionó a partir de un proceso aleatorio, pero ¿qué proceso aleatorio podría producir el cerebro de un hombre o el sistema del ojo humano?” (Bergman 2014)

La ciencia con todos y sus avances aún se admira de lo extraordinario de la estructura, composición y funcionamiento del cuerpo humano, como es el caso de quienes estudian el cerebro humano y toda la complejidad que éste conlleva; que, sin duda alguna, sigue dejando tremendamente asombrados a quienes sin descanso, avanzando en investigación tras investigación, no paran hasta precisar la magnitud y profundidad de este órgano. 

Según un artículo del “Institute of Creation Research” [Instituto para la investigación de la creación], los investigadores encontraron la neurona etérea de rosa mosqueta, y Sherwin, su autor dice:

“…en muestras post mortem y en secciones de tejido cerebral de procedimientos quirúrgicos. Curiosamente, esta neurona recién descubierta no se encuentra en ratones. Son exclusivos de los humanos, y las neuronas de rosa mosqueta pueden activar un conjunto único de genes en ese único tipo de célula cerebral”. (Sherwin 2018)

Extraordinario como es el cerebro, aunque pequeño en su estructura física, apenas 3 libras si hablamos del cerebro de un adulto, maneja la información de 1000 supercomputadoras. El cerebro es como si fuera un centro de comunicaciones, y tuviera una computadora, una biblioteca y una video cámara, todo en uno solo. ¡Y cuanto más se usa el cerebro, mejor se vuelve![3]

¿No es fascinante? Pero hay aún algo mucho más fascinante en el ser humano, y si se quiere algo altamente impenetrable. ¡Su alma! ¿Por qué? Porque el alma representa el ser mismo de una persona.

Próximamente más sobre “la marca de la excelencia de Dios”, un tema profundamente extraordinario.

 

[1] Cecilia Yépez, “La Excelencia comienza en el corazón – Parte 1”, Blog “Hacia la Excelencia”, https://hacialaexcelencia.org/2017/02/28/la-excelencia-comienza-en-el-corazon-parte-1/

[2] Jerry Bergman, “Wernher von Braun: The Father of Space Flight,” Institute of Creation Research, https://www.icr.org/article/wernher-von-braun-father-space-flight

[3] Donald B. DeYoung, “Thinking about the Brain,” Institute of Creation Research, https://www.icr.org/article/thinking-about-brain/

 

 

El Dios de la creación como autor y ejemplo de excelencia – Introducción

«…desde lo microscópico y complejo del ADN hasta el magnificente e inalcanzable mundo galáctico del esplendoroso universo, la marca de excelencia del Creador está infaliblemente presente».

Cecy Yépez

Por algunos meses “Hacia la excelencia” ha guardado silencio, debido a algunas circunstancias, quizá una de las principales, en tanto yo, su autora, estuve trabajando en una investigación cuya temática definitivamente me apasiona. Y desde hace algún tiempo he considerado compartir extractos de ésta con cada uno de ustedes, la dilecta audiencia de “Hacia la Excelencia”.

A partir de hoy tengo y tendré el placer de brindarles un amplio panorama acerca de la excelencia del Dios Trino Creador y sus implicaciones en el quehacer del liderazgo y en particular del liderazgo cristiano en sus diversos ámbitos de influencia.

A través del estudio de Génesis 1 y 2, entre otros pasajes bíblicos, se aborda el fascinante mundo de la creación y sus diferentes momentos, en los que se despliega sin lugar a dudas la excelencia de su Hacedor. Se observa, desde luego, que desde lo microscópico y complejo del ADN hasta el magnificente e inalcanzable mundo galáctico del esplendoroso universo, la marca de excelencia del Creador está infaliblemente presente.

Vista espacial del Planeta Tierra y la Estrella Sol girando sobre su eje en el universo negro.
Elementos de imagen proporcionados por la NASA. [Evanto Elements]

Y desde luego, este estudio destaca la presencia sublime y sobrenatural de la marca de excelencia en la obra maestra del Creador – el ser humano, en cuyo ser dejó impregnada Su imagen y semejanza; la cual lamentablemente fue trastocada, manchada y quebrantada por causa de la caída, pero se enfatiza que ésta tiene la oportunidad de ser restaurada, a través de la obra redentora de Cristo. De Quien, por cierto, se hace un estupendo abordaje como “la imagen del Dios invisible”, basado en Colosenses 1:15-17 y Colosenses 2:9.

De hecho, y para comprender aún más acerca de la imagen de Dios, se analizará también el carácter de Jesús y sus acciones, puesto que Él es el ejemplo perfecto de lo que la naturaleza humana debió ser.

Así, este estudio en su última parte aborda lo concerniente al liderazgo cristiano, entendiendo que sus actores, hechos a la imagen y semejanza del Creador, son desafiados a ser ejemplo de Su excelencia en donde hayan sido llamados a liderar. Y no sólo ello, sino que como portadores de Su imagen, han recibido la orden para ejercer dominio sobre toda la creación, pero que deben hacerlo de tal forma que sea consistente con el carácter del Dios de excelencia.

Por ello, a lo largo de los extractos que compartiré de esta investigación, se denotará el gran ejemplo de Jesucristo, cuyo estilo de liderazgo ha revolucionado el mundo. Un líder que sirve sacrificialmente a leprosos, sin temor a contagiarse; un líder que derriba barreras culturales, sin temor al qué dirán, como el encuentro con la samaritana; un líder que perdona y restaura, como cuando defendió valientemente a la mujer que estuvo a punto de ser apedreada; un líder que confronta, como en el desalojo del templo. ¡Un verdadero líder siervo que entrega su vida por la causa que le fue encomendada!

Y profundizamos aún más, entendiendo que este líder, no se dejó contagiar por lo profano de la cultura de su medio; sino que más bien expandió sin temor la cultura del Reino de Dios.

Confío que los extractos que estaré compartiendo inspiren a muchos en tanto tengan la oportunidad de conocer por primera vez al Dios de la excelencia, o reafirmen su conocimiento y relación con Jesucristo, el Dios de la excelencia; o más aún, movilice a muchos a ser y actuar embajadores de excelencia.

En nuestra próxima edición, haremos juntos un extraordinario viaje a través del cual reconoceremos “la excelencia de Dios en la creación”; y con certeza nos uniremos a la expresión poética de Job:

“Él [Dios] solo extendió los cielos,

Y anda sobre las olas del mar;

Él hizo la Osa, el Orión y las Pléyades,

Y los lugares secretos del sur;

Él hace cosas grandes e incomprensibles,

Y maravillosas, sin número”. (Job 9:8-10 – RV60)

¡Hasta pronto y mientras tanto le animo a vivir una vida marcada por la excelencia!

La Excelencia comienza en el corazón – Part 2

«La excelencia del corazón de Dios fue definitivamente impregnada en nuestro corazón, ahora somos nosotros quienes debemos expandir el corazón de Dios donde quiera que vayamos».

 

Como lo compartí en el artículo anterior – Parte 1, Dios no solo preparó todo de antemano para recibirnos en este planeta, sino que cuando nos creó, lo hizo ciertamente con excelencia, con profundo amor y por cierto, cuidadosa y maravillosamente. La Biblia – Su Palabra lo revela y la ciencia así lo confirma.

Salmos 139:13-14,16  “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien…Mi embrión vieron tus ojos”. Así lo expresa este Salmo con vívida poesía que Dios, el Creador nos entretejió de tal forma que como resultado cada ser humano es en verdad Su obra maestra.  Pero Su creación no sólo que anima la expresión poética; sino que la ciencia como tal definitivamente confirma lo maravilloso de ella.

Así, echemos un vistazo a lo que manifiesta la National Geographic en relación al cerebro humano, “el cerebro es uno de los órganos más grandes del cuerpo, está conformado por unos 100 billones de células nerviosas o neuronas que no solamente ordenan los pensamientos y las acciones físicas altamente coordinadas, sino que también regula los procesos inconscientes del cuerpo tal es el caso de la digestión y de la respiración”. [1]

El cerebro es el sistema de manejo de información más complejo que existe en el universo. [Imagen tomada del Internet]

Y por ejemplo, permítanme citar a Wernher von Braun (1912 – 1977), ingeniero espacial quien afirmó, “Ciertamente hay quienes sostienen que el universo evolucionó a través de un proceso al azar, pero ¿qué proceso al azar podría producir el cerebro del hombre o el sistema del ojo humano?”, [2] cuestionaba el creador del Cohete V-2 para la Alemania Nazi y del Saturno V para los Estados Unidos.

Amigos, y aquí estamos hablando únicamente del cerebro, que por cierto observamos es uno de los órganos clave de la vida del ser humano, de hecho, es el sistema de manejo de información más complejo que existe en el universo.

Como vemos, la ciencia misma nos encamina al estudio y entendimiento de que el cuerpo humano es una máquina maravillosa, extraordinaria. Es la máquina más precisa y eficiente que haya existido y no se compara en absoluto con ninguna máquina creada por el hombre.

Pero, no sólo nuestro cuerpo físico, complejo como es, es la evidencia de la existencia de “un ser inteligente” que con certeza está detrás de la creación de todo este magnificente universo, si no también nuestra alma que está sellada con la marca de excelencia de este ser, llamado el Dios Creador, Jesucristo mismo.  “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación…todo fue creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten. (Colosenses 1:15,17).

Y es precisamente nuestra alma que fue hecha a la imagen del Dios Creador, “Y creó Dios al hombre a Su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27).
Wernher von Braun, ya lo reconoció, la obra maestra de Dios es el alma humana. [3] Y es en el alma humana que Dios ha impregnado Su imagen.

Sólo miremos por unos instantes a nuestro alrededor…observemos a aquellos seres vivos que están cerca de nosotros y que no son nuestros pares. Es decir, contemplemos el jardín de nuestra casa, las plantas que adornan nuestra sala, abracemos a nuestras mascotas, o quizá recordemos alguna de nuestras visitas al zoológico o a algún jardín botánico. Extraordinarios como son estos seres, los animales, las flores, las plantas, los árboles; pero ninguno de ellos osaría en compararse ni con el más pequeño de los seres humanos, si pudiese hacerlo.

Los seres humanos somos verdaderamente privilegiados y únicos. Sólo hombres y mujeres somos quienes reflejamos las características extraordinarias del Dios Creador.

Somos seres altamente creativos. La creatividad del ser humano es evidente cada día, en la música

Uno de los más grandiosos inventos, el carro de Ford. [Edison & Ford Winter Estates]

que escuchamos, en las obras de arte que nos deleitan, en la hermosura de las variadas artesanías que caracterizan a los distintos pueblos y naciones, en los extraordinarios inventos científicos.

Somos inteligentes. El cerebro humano ha creado inteligentemente la montura del caballo, el carruaje, el barco, la bicicleta, el carro, la avioneta, el avión para transportarse cada vez más rápido y más cómodamente.

Pero su creatividad y su inteligencia, no se han detenido, el cerebro humano ha traspasado los límites de nuestro planeta, ha llegado a la Luna y continúa explorando sin parar el espacio.

Somos seres que nos comunicamos. La palabra hablada, escrita o a través del lenguaje de señas es exclusiva del ser humano. Se nos ha dado el privilegio de expresar lo que hay en nuestro corazón y en nuestro intelecto, a través de la palabra.  Dios creó el universo, a través de Su Palabra (Génesis 1). A través de la palabra tenemos el poder para construir o para destruir, para animar o para desalentar, para amar o para odiar.

Éstas son sólo algunas de las características que nuestro Dios Creador ha impregnado en nuestra alma. ¡Somos ciertamente Su obra maestra! Y toda “obra maestra” es digna de admiración y digna de replicarse.

La excelencia del corazón de Dios fue definitivamente impregnada en nuestro corazón, ahora somos nosotros quienes debemos expandir el corazón de Dios donde quiera que vayamos.

“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. (Efesios 2:10)

Fuentes:

[1]  http://www.nationalgeographic.com/science/health-and-human-body/human-body/brain/

[2] http://www.icr.org/article/wernher-von-braun-father-space-flight/

[3] http://www.wnd.com/2016/06/this-rocket-scientist-had-amazing-view-of-god/

La Excelencia comienza en el corazón – Parte 1

«La excelencia nace en el corazón de Dios, nuestro Creador, quien, por su eterno amor a hombres y mujeres, formó de la nada este planeta…»

 

En el blog bilingüe “Hacia la Excelencia” haciendo honor a su nombre comenzamos una serie de artículos con reflexiones cortas sobre el mundo de la excelencia, la profundidad de su significado y por qué no un frontal desafío a la sociedad post-moderna y post-post moderna que en general estamos viviendo globalmente.

Viaje submarino en Maui, Hawaii

Hace unos años atrás tuve la oportunidad de hacer un viaje en submarino en Hawaii. Un corto pero sorprendente viaje hacia el fondo del mar, donde las maravillas del mundo marino sólo vistas en la pantalla chica y en la grande, se convirtieron mágicamente en una hermosa realidad. Esta increíble experiencia fue simplemente la confirmación de que estemos donde estemos, siempre estaremos rodeados de belleza y magnificencia.

Por eso, permítanme ahora invitarles a echar una mirada a su alrededor, a su entorno. ¿Qué es lo que ven?… Y luego de unos minutos seguramente tendremos respuestas muy variadas. Habrá quien describa extraordinarios paisajes montañosos, otros incluso quizá los tremendos nevados en un día soleado, otros tantos la hermosura de sus playas y el vasto mar y seguramente algunos más, exóticos paisajes de espesa selva.

Y todo esto sin contar la magnífica diversidad de fauna y flora en cada uno de los más asombrosos

rincones de nuestro planeta.

Vida submarina, Hawaii

Encantadora vida submarina, Hawaii

Nuestro entorno, nuestro planeta, en definitiva nuestra casa testifica que vivimos en un mundo de excelencia. Desde la cima del Everest hasta el Mar Muerto que bordea Israel, el punto más bajo de la tierra, nuestra mirada se deleita ciertamente con las “7 maravillas naturales del mundo” y mucho más.

Echemos un vistazo ahora, a los inicios de este planeta. Y para ello, si me permiten, quiero referirme al primer capítulo, del primer libro de la Biblia, Génesis, cuyo nombre original en Hebrero, “Bereshit” significa precisamente “en el principio”.

Mar Muerto

Mar Muerto

En síntesis Génesis 1 nos cuenta cómo comenzó nuestro planeta, nuestra casa, quién la construyó y de hecho, cómo la ordenó, decoró y llenó de alimento, todo esto antes de nuestra llegada, la llegada de los seres humanos.

Le desafío a que lea Génesis 1 detenidamente. Se sorprenderá de lo maravilloso de este relato. No obstante, y para fines de este artículo, quiero resaltar solamente dos aspectos de esta lectura:

1. A lo largo de este capítulo y en tanto se menciona paso a paso la creación de nuestro mundo; la formación de la luz, el cielo, la tierra, las aguas, el sol, la luna, las estrellas, la hierba verde, las aves y los peces; entonces Dios, nuestro creador, expresa 6 veces: “Y vio Dios que era bueno”; y una séptima vez, luego de haber creado a los animales y al ser humano, al concluir su creación, “ Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”.

Pues bien, una de las cosas importantísimas que resalta este texto es que la creación de Dios es

Vista del Everest desde el campamento base (cortesía de Amosji Attaché Gorkhas)

Vista del Everest desde el campamento base (cortesía de Amosji Attaché Gorkhas, Nepal)

definitivamente “buena en gran manera”. En otras palabras lo creado originalmente por nuestro Dios, que por supuesto, nos incluye a los seres humanos (Gen. 1:27, 31) fue hecho con excelencia, sin defecto ni error alguno.

2. Ahora bien, “[Dios] todo lo hizo [y lo hace] hermoso en su tiempo” (Eclesiastés 3:11), por tanto, Su corazón está inclinado a hacer todo con excelencia, porque Su esencia misma denota excelencia.

Si nuevamente miramos a nuestro alrededor, confirmamos esta Palabra, estamos rodeados de una majestuosa naturaleza que ciertamente deleita nuestra mirada y más aun nuestro corazón.

La excelencia nace en el corazón de Dios, nuestro Creador, quien, por su eterno amor a hombres y mujeres, formó de la nada este planeta, preparó de antemano nuestro mundo, nuestra casa, para que llegásemos a morar en él.

Como el padre y la madre preparan con lo mejor, el cuarto, la cuna, la ropa, los juguetes y todo lo necesario para recibir al bebé que pronto nacerá, así, nuestro Dios, nuestro Padre Creador, preparó este mundo con todo lo necesario para recibir al hombre y a la mujer, creaturas hechas a Su imagen y semejanza.

¡Sí, Dios es nuestro ejemplo de excelencia!

Cabo de la Buena Esperanza, Sudáfrica

Cabo de la Buena Esperanza, Sudáfrica

“Profunda es su sabiduría, vasto su poder…
Él se basta para extender los cielos;
somete a su dominio las olas del mar.
Él creó la Osa y el Orión,
las Pléyades y las constelaciones del sur.
Él realiza maravillas insondables,
portentos que no pueden contarse”.
                                   (Job 9:4,8-10)

 

En nuestra próxima edición descubriremos más acerca de las bases y raíces pertinentes para una vida Hacia la Excelencia. ¡Hay mucho por descubrir! ¡Espérela!