«La perseverancia es la clave de la vida cristiana. Perseverar a pesar de las luchas más difíciles de la vida; perseverar en la fe y perseverar en las promesas del Señor».
Tania Mendes
Tania Mara Alves Pereira Mendes nació en São Paulo, Brasil. Ha estado casada por 30 años y está agradecida a Dios porque su matrimonio ha sido tan bueno que parece que el tiempo ha sido muy corto. Su esposo, Wlademir es obstetra y ginecólogo. Su hijo, Tiago Rafael, es otra bendición de Dios. Es investigador químico y está casado con una dama norteamericana llamada Danielle, quien es organizadora de eventos, y otra bendición para la familia.
Tania tiene títulos en Teología y Periodismo, y un postgrado en Periodismo Científico. Ahora planea comenzar una maestría en comunicación en septiembre. Ha trabajado 10 años en Compassion Brasil como Gerente de Comunicaciones de Programas y dice que ha sido un privilegio poder trabajar para Dios haciendo uso de sus habilidades profesionales. Ha visto a muchos niños y niñas vivir bajo la línea de pobreza y que ahora tienen una nueva perspectiva de vida y pueden tener la esperanza de un futuro mejor, pues sus vidas han sido transformadas por el poder del Evangelio de Jesucristo.
Tania asiste a una iglesia Bautista en Campinas, una ciudad grande a media hora de São Paulo, la capital del estado. Algunos de los temas que enseña en la escuela dominical son: Nuevo Testamento, Proverbios y Geografía Bíblica. También ha dado charlas en otras iglesias y ciudades sobre comunicación para parejas.
Tania, hace poco regresaste a tu país del Seminario Haggai. Cuéntanos sobre el impacto de este Seminario en Liderazgo Avanzado en tu vida personal y profesional. Y ¿cuáles son tus retos ahora?
Llegué de Chiang Mai, Tailanda, en julio 2014. Asistí a un curso intensivo de 25 días sobre Liderazgo Avanzado, que fue una bendición, un regalo de Dios. De hecho, esperé 10 años para poder asistir a este curso. La espera fue larga, pero valió la pena. Incluso tuve que posponer el viaje por 3 ocasiones por problemas de horario. Sin embargo, estoy segura de que Dios tenía su tiempo perfecto y al fin la oportunidad de ir se dio dos meses atrás. Pude ver a Dios actuar en mi vida y en las vidas de otras 55 mujeres de 22 países diferentes. Este tipo de reunión me dejó con un sentimiento extraordinario, y pude comprender mejor lo maravilloso que va a ser estar en el cielo con Dios y su gente de todas las naciones y todas las tribus del mundo. ¡No hay palabras para describirlo! ¡Es algo tan increíble ver a personas de diferentes países y culturas, pero que tienen un mismo Dios, el mismo Salvador, el mismo Espíritu Santo! Sólo Dios puede juntarnos a todos y mantenernos unidos a pesar de nuestras diferencias.
El Seminario Haggai fue de impacto en mi vida personal pues me volví más sensible y comprendí la necesidad de orar más. Tengo que orar más, todos los cristianos necesitamos orar más. Hay muchísimo trabajo por hacer, y necesitamos la gracia de Dios para cumplir la misión. Necesitamos su gracia y su favor para ir y predicar el Evangelio con el poder del Espíritu Santo; para dar un mensaje relevante y contextualizado, sin que su esencia cambie jamás.
Con respecto a mi vida profesional, Dios reforzó mi idea de hacer todo con excelencia porque Él es perfección. Sé que yo no lo soy, pero puedo ser mejor y contar siempre con Su ayuda. Él me dio talentos que tengo que usar de la mejor manera para glorificarle y llevar a otros a sus pies. La palabra clave es excelencia, y eso significa ¡hacer cada cosa con esa palabra en la mente!
Si Dios lo permite, voy a dictar un curso para líderes en mi iglesia el próximo año. Mi pastor apoya esta idea. Quiero compartir con esas personas acerca de la importancia de ser líderes comprometidos con Dios y con su misión que es predicar el Evangelio desde donde estemos, haciendo la diferencia en nuestras comunidades. Estamos preparando suficiente material para tener al menos 10 encuentros que serán programados para sábados y domingos en marzo y mayo.
Dentro de tu rol como periodista Cristiana, tal vez uno de esos retos sea “difundir el Evangelio a través de los medios de manera exitosa”. En esa línea de pensamiento, ¿qué les recomendarías a tus colegas en todo el mundo para que el mensaje del Evangelio pueda ser difundido de manera más efectiva a través de los medios y las redes sociales?
En primer lugar, es bueno recordar que los valores centrales del Evangelio no son negociables y que estamos comprometidos con un Dios bendito que jamás cambia. Esta idea tiene que estar muy clara para todo cristiano sin importar su profesión. Creo que la gente ya se ha dado cuenta de que tanto los medios como las redes sociales son herramientas poderosas. Entonces, aquellos que quieren usarlas, tienen que dar buenos ejemplos de cristianismo “viviendo lo extraordinario de manera ordinaria”. Esto quiere decir mantener una conexión con Dios tal que logremos entender y hacer su voluntad de manera práctica en nuestra vida diaria. Yo creo que únicamente Dios tiene el poder de cambiar a una persona, dotándole no sólo de vida eterna, sino también de una vida con propósito sobre la tierra. El cielo empieza aquí, cuando recibimos a Jesús como Señor y Salvador, y nos importan los demás pues queremos compartir con ellos acerca del mensaje de salvación. No hay duda de que las otras personas están observando nuestras decisiones, grandes o pequeñas, y muchas veces nuestras acciones tienen el poder de hablar más fuerte que nuestras palabras.
Los medios y las redes sociales son buenas herramientas para difundir el Evangelio, pero debemos manejarlas con sabiduría, siendo fieles a la Palabra de Dios y muy cuidadosos con nuestra manera de hablar y de vivir.
Tania, has vivido la fe cristiana por 36 años; y probablemente experimentaste muchos altos y bajos en todo este tiempo, momentos de gozo pero también momentos desagradables e incluso cosas que te rompieron el corazón. ¿Qué te ha mantenido fiel al cristianismo? ¿Existe verdadera esperanza en esta fe?
Gracias a Dios no experimenté altibajos en estos años, pero definitivamente sí se me rompió el corazón. Sin embargo, he mantenido un versículo muy cerca de mi corazón y es Hebreos 12:2 que dice: “Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe”. Si así lo hacemos, a pesar del hecho de que las personas o las circunstancias de la vida pueden lastimarnos, podremos estar seguros de que hay esperanza, porque Jesús nunca nos decepcionará y siempre cumplirá Sus promesas.
Romanos 5:8 dice: “Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros”. La biblia nos dice que Dios es perfecto y santo, y también dice que la raza humana es pecadora y egoísta, pero tenemos esperanza porque Dios es bueno y nos ama y nos perdona. Él nos lleva a su lado a través de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador.
Y ahora tu mensaje final para las personas que lean esta entrevista, pero en especial a aquellas mujeres que estén enfrentando serios problemas y que han perdido prácticamente toda esperanza en la vida.
Queridos lectores, y especialmente queridas mujeres: sigan buscando a Jesús; Él les ama muchísimo y prometió estar con ustedes hasta el final. Recuerden también que la ayuda viene del Señor (Salmos 121), y que como dijo el Apóstol Pablo, “pónganse toda la armadura de Dios para que puedan resistir hasta el fin con firmeza”. (Efesios 6:13). También recuerden Romanos 8:28-39, pues nada en la creación podrá separarnos del amor de Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. Somos hijos e hijas de Dios y ¡cada uno de nosotros es muy especial para Él!
Y para concluir, quiero cerrar con un testimonio personal. Tenía casi 18 años cuando recibí a Jesús como mi Señor y Salvador. Crecí en una iglesia Católica y solía ser muy sincera en mi fe, pero realmente no entendía que necesitaba reconocer a Jesús como mi Salvador personal y Señor. Y no me resultó fácil lidiar con esta realidad, luché contra ella, pero Dios tenía sus propios planes.
Además tuve que enfrentar conflictos en casa. Mi padre me obligó a salir de la casa cuatro veces cuando se enteró que había hecho mi decisión de fe; él no podía entender que yo había recibido a Jesús porque era pecadora y eso era algo que necesitaba hacer. Para mi padre, pecadoras eran sólo las personas que robaban o mataban, los criminales. Durante 4 años se negó a hablar conmigo. Fueron tiempos muy duros, pero me mantuve en oración pidiéndole a Dios que me ayudara.
El Señor hizo posible que pudiera vivir en la casa de mis padres hasta que me casé, y ahora mi padre lee la biblia y va a la iglesia. Sólo Dios conoce el corazón de mi padre, y yo alabo al Señor por haberme mostrado Su misericordia tal como dice Su Palabra en Lamentaciones 3:23, y por haberme dado fuerzas (Isaías 40:31).
Así que la perseverancia es la clave de la vida cristiana. Perseverar a pesar de las luchas más difíciles de la vida; perseverar en la fe y perseverar en las promesas del Señor. ¡Y todo lo que necesitamos es aprender Su Palabra Santa y meditar en ella todos los días!
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