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¿Has experimentado el caminar por un sendero sin fin?

«Había algo que nos movía a no detenernos, ni desanimarnos, sino a seguir a pesar de los obstáculos y quizá del cansancio que experimentábamos…»

 

Hace poco compartí de algunas actividades al aire libre, en las que tuve la oportunidad de hacer cortas y largas caminatas a lo largo de senderos en medio de bosques naturales. Fue una experiencia inigualable por lo que las disfruté estupendamente, a pesar de lo complicadas que se pusieron en determinados momentos.

Eventualmente uno de los senderos fue mucho más complicado que los otros, no sólo más complicado sino también más largo, casi sin fin. Y no sólo eso, sino que a lo largo de la caminata, muchos obstáculos aparecieron. Cuestas interminables que subir; algunos tramos cuesta abajo, resbaladizos por el lodo; de repente algunas zanjas que saltar; y en algunos casos, unos pequeños riachuelos o cochas que demandaban cierto impulso para atravesarlos.

Al ritmo del gorjeo espectacular de pajarillos que revoleteaban en medio del bosque y repentinamente acompañada por un par de caninos amigables que se unieron al grupo como si tomasen el papel de guías, la caminata por el sendero de repente tomó un matiz diferente. Y para algunos las fuerzas se agotaban; para otros con un descanso corto en medio del sendero y un poco de agua fue suficiente para recobrar fuerzas; para otros, fue algo tremendamente cotidiano, sabían que se enfrentarían a obstáculos y estaban listos a enfrentarlos.

Pero para todos, había algo que nos movía a no detenernos, ni desanimarnos, sino a seguir a pesar de los obstáculos y quizá del cansancio que experimentábamos…una sola cosa pero poderosa…nuestra meta, llegar a una de las majestuosas cascadas de la zona.

Y así fue, luego de casi dos horas, nuestros ojos no podían creerlo, delante de nosotros, uno de los espectáculos más maravillosos, la Cascada de Cóndor Machay, fruto de los deshielos del Nevado Cotopaxi, ubicado en la provincia Ecuatoriana del mismo nombre.

Que refrescante fue estar de pie frente a este espectacular escenario, no sólo por la brisa arrojada por la fuerza de la caída de las aguas de Cóndor Machay que

En la cascada Cóndor Machay

definitivamente traía frescura a nuestros rostros y cuerpos; sino porque también traía refresco a nuestras almas, al saber que logramos nuestra meta, descubrir la hermosura de Cóndor Machay, a más de 3.000 metros de altura. ¡Qué impresionante! ¡Qué extraordinario escenario en vivo y en directo!

El recorrer por estos senderos y en particular éste que nos llevaba a Cóndor Machay, a momentos parecía un sendero sin fin, interminable, irresistible, pero nuestros ojos estuvieron puestos en la meta, la invaluable meta que finalmente fue alcanzada y disfrutada.

¿Has experimentado el caminar por un sendero sin fin? ¿Te has puesto a pensar que el sendero de la vida a veces parece ser un sendero interminable y agobiante?

Muchas veces, el transitar por la vida puede parecer un sendero por el cual caminamos sin llegar a la meta. Enfrentamos ciertamente muchos obstáculos, pero desafortunadamente no alcanzamos nuestra meta. Ahora bien, ¿cuál es tu meta? ¿qué anhelas alcanzar al final de la vida?

Acaso, tener un matrimonio exitoso, hijos realizados como personas y como profesionales, un alto y respetable desarrollo profesional, negocios que alcancen su máximo esplendor; y todo ello, puede ser valorable y si se lo logra será realmente digno de admirarse. No obstante, todo esto por digno e invaluable que parezca se queda en el plano físico y en lo emocional. Pero, ¿qué hay del plano espiritual?

¿Pensamos quizá que después de todos los innumerables obstáculos vencidos y del éxito alcanzado en esta tierra, todo termina allí una vez que partamos de ésta?

Pues definitivamente no, Dios, nuestro Creador conforme dice Su Palabra, “…y ha puesto eternidad en el corazón de ellos…” (Eclesiastés 3:11). Somos seres eternos, una vez que partamos de esta tierra, viviremos -nuestro espíritu vivirá eternamente. La pregunta es ¿dónde?

Y mientras nuestra vida no tenga un propósito claro y que trascienda, todo éxito conseguido aun en medio de grandes obstáculos se convierte en logros pasajeros, temporales, fugaces e incluso en vanidades. ¿Por qué? Porque muchas veces todo lo que hacemos y con gran esfuerzo es simplemente para traer reconocimiento a nuestro propio nombre.

El escritor John Piper, en su libro, “Don´t waste your life” (No desperdicies tu vida) afirma: “Se trata de la grandeza de Dios, no de la importancia del hombre. Dios hizo al hombre pequeño y grande al universo para expresar con esto algo acerca de sí mismo”.

El momento en que reconozcamos que somos creaturas del Dios creador de cielos y de la tierra, del ser humano, de todo el universo y de todo lo que hay en él; nuestra perspectiva cambiará completamente. Somos seres creados por el gran Dios Todopoderoso y somos hechos a Su imagen y semejanza y fuimos creados para buenas obras; tal como lo dice Su Palabra: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10).

Entonces todo cobra sentido. No se trata de nosotros, sino de quién nos hizo y para qué nos hizo. Dios es quien da propósito a nuestras vidas, Él es el que cumplirá Su propósito en cada uno de nosotros (Salmo 138:8), claro está si nos volvemos a Él, si buscamos Su dirección, si anhelamos Su propósito en nuestras vidas.

La jornada de la vida es complicada, agotadora y confusa a momentos; pero si tenemos claro nuestro propósito y nuestros ojos están puestos en él, sabemos que todo obstáculo será finalmente superado. Jesús dijo: “Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo (Juan 16:33). Y también dijo: “En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar” (Juan 14:2).

Hoy puede ser el día en que halles verdadera paz y salvación. Seguramente has estado caminando por senderos aparentemente sin salida, sin fin. Y a lo mejor, sin mayores logros. Pero Jesucristo te invita a que hoy dejes toda carga a Sus pies, que confieses tus pecados delante de Él, que descargues todo lo que te aqueja delante de Él. Jesús hoy mismo te escucha, escucha tu corazón y te invita a que descargues todo lo que te agobia y fatiga. Él es tu Salvador, tu Sanador, el que perdona todas tus maldades y está listo para recibirte con los brazos abiertos.

¿Has tratado de saltar o evadir tantos obstáculos y no has podido? Si hoy abres tu corazón completamente, sin reparos, te arrepientes de todo pecado, Jesús te promete la vida eterna en Su presencia, y además caminar junto a ti el sendero de la vida. Al final del sendero, con certeza te esperará la majestuosa fuente inagotable del agua viva, a Jesucristo mismo quien te recibirá con los brazos abiertos, quien enjugará tus lágrimas, quien refrescará tu alma.

Su Palabra dice: “ El SEÑOR mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes” (Deuteronomio 31:8).

 

Fotos:  Cortesía colegas CI