“Aprendí que la valentía no era la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El valiente no es aquel que no siente miedo, sino aquel que lo conquista».
Nelson Mandela
Cuando tenía aproximadamente 5 años de edad, mi mamá y yo fuimos a visitar a mi abuelita. Y para producir impacto en ella, decidí caminar sola hasta la casa. Para una pequeña niña, era un camino un poco largo desde la entrada principal hasta donde estaba ubicada la casa propiamente. Mientras con una gran sonrisa observaba los árboles y las flores alrededor y me emocionaba porque mi abuelita pensaría que llegué sola – según mi imaginación – de repente ese rostro de alegría se tornó en angustia y gran miedo. Y es que dos grandes perros que no me habían conocido me sujetaron con sus hocicos de mis pequeños codos y literalmente me llevaron escoltada casi como prisionera hasta la casa de mi abuela. Todo esto, mientras yo gritaba fuertemente: “Ayúdame abuelita, ayúdame”. Y bueno, en medio de la escena de ladridos, casi mordidas de perro y gritos, mi abuelita y otros familiares salieron a mi rescate.
No estoy segura si esta historia muestra valentía de alguna manera. En realidad en mi adultez, todavía tengo temor frente a los perros, cada vez menos, pero lo tengo. Y siempre procuro mantenerme lejos de aquellos especialmente desconocidos.
No obstante, con esta cándida historia pretendo ilustrar “el poder del miedo” y cómo éste poder puede ser destruido.
Si probablemente yo sucumbía al miedo del momento y me quedaba paralizada sin decir o hacer nada, probablemente aquellos perros me hubiesen agredido con mayor fuerza; y no necesariamente hubiese recibido la ayuda necesaria y en el momento preciso.
Pero en la vida enfrentamos situaciones definitivamente más complejas que nos provocan miedo y muchas veces incluso terror.Déjeme hacerle un par de preguntas:
- ¿Ha sentido alguna vez miedo?
- ¿Qué le provoca miedo?
- ¿Cómo actúa cuando enfrenta determinado miedo?
Pues si su respuesta fue afirmativa a la primera pregunta, déjeme decirle que absolutamente todos, todos los seres humanos enfrentamos miedos, en menor o mayor escala. Todos experimentamos temor frente a determinadas circunstancias. Sí, tal vez unas más simples que otras, pero miedo a la final.
Y para ilustrar aun más este tema, permítame referirme en síntesis a la historia de un hombre grandemente admirado en el mundo del liderazgo, se trata de Nelson Mandela. Como seguramente ha leído, Nelson Mandela luchó fuertemente contra la segregación racial en Sudáfrica. El conocido sistema “Apartheid” (1948 – 1994) en Sudáfrica estableció que la gente de color (no blancos – la gran mayoría) viviera en áreas separadas a aquellas que ocupaban la minoría que gobernaba, es decir aquellos de raza blanca, especialmente europeos. La población de color fue altamente oprimida durante estos años y mayormente aquellos de raza negra.
Mandela estuvo 27 años en prisión. Desde que fue un abogado muy joven inició su lucha contra el sistema del “Apartheid” procurando al máximo la justicia e igualdad social; este “sublevamiento” como muchos lo tildaron le trajo críticas consecuencias – la prisión – y todo lo que esto conlleva, incluyendo condiciones muy adversas.
Después de que Mandela fue libertado, continuó las negociaciones para por fin terminar con el sistema “Apartheid” y poco después fue elegido democráticamente como el primer presidente de Sudáfrica.
Le invito a que investigue y lea a profundidad la historia de este gran hombre y líder, que ciertamente no miró por lo suyo, sino por la necesidad de toda una nación. Sin importarle sus propias adversidades y grandes temores en medio de la batalla, no descansó de luchar por la libertad e igualdad de todo un pueblo, durante su prisión e incluso después de lograda su libertad.
Mandela seguro vivió grandes momentos de incertidumbre, desolación y gran temor. Tenemos mucho que aprender de su gran
ejemplo de valentía en medio de la gran adversidad, y así lo expresó: “Aprendí que la valentía no era la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El valiente no es aquel que no siente miedo, sino aquel que lo conquista».
Y con seguridad, muchos son los miedos que podemos sentir y experimentar a lo largo de la vida. Miedo en la relación familiar, miedo a un diagnóstico médico, miedo en una relación laboral, miedos de toda índole.
Pero quizá el miedo universal que una gran parte de la población mundial experimenta es el miedo a la muerte. ¿Ha sentido usted alguna vez miedo a morir? ¿Tiene miedo de no saber exactamente a dónde va y qué va a pasar con usted luego de morir?
Pues déjeme decirle que hay alguien quien valientemente venció a la muerte y ese valiente se llama Jesús, quien ciertamente murió en la cruz, con un solo propósito – cargar con el pecado de la humanidad y darle libertad a todo aquel que cree en Él y que decide en fe entregarle su vida bajo Su señorío y autoridad, anhelando una nueva vida, libre de la condenación de pecado y libre de acusaciones. Una vida llena de armonía y paz que cumple su propósito en esta tierra y que anhela reencontrarse con Su Creador y Salvador, Cristo Jesús en la vida eterna.
Jesús dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 11:25-26). Si usted así lo cree y decide desde hoy mismo aceptar esta verdad – Jesús es la resurrección y la vida, quien anhela darle vida y vida en abundancia – ya no hay más de qué temer. Por lo tanto, ni el terror de la muerte tiene el poder de perseguirle, una vez que decide aceptar al autor de la vida, Cristo Jesús. Él con certeza irá delante de usted abriéndole camino en medio de los obstáculos que infaliblemente se presentarán en cada paso, pero que con Jesús tendrá el poder de vencerlos a todos, si tan solo toma esta decisión y permanece en obediencia a Él, siguiendo el manual de vida que Jesús mismo nos ha dejado – la Biblia, Su Palabra.
Así, ni los perros más feroces, ni prisiones, ni el terror de la muerte, ni nada que le produzca miedo tendrá poder sobre usted, si hoy mismo, valientemente entrega su vida a Jesucristo, el único Dios verdadero que promete acompañarle y guiarle todos los días de su vida.
Si tiene preguntas al respecto y quiere conocer cómo entregar su vida a Jesucristo, no dude en contactarnos.





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