«Todo lo que Dios es y hace está marcado por la excelencia”.
Andreas Köstenberger
Hace unos años atrás tuve la oportunidad de hacer un viaje en submarino en Hawái. Un corto pero sorprendente viaje hacia el fondo del mar, donde las maravillas del mundo marino sólo vistas en la pantalla chica y en la grande, se convirtieron mágicamente en una hermosa realidad. Esta increíble experiencia fue simplemente la confirmación de que estemos donde estemos, siempre estaremos rodeados de belleza y magnificencia.[1]
Pero no sólo eso, fue una extraordinaria experiencia, en tanto me llevó a una insondable reflexión. Así como aún en las profundidades del mar el Dios Trino Creador dejó su marca de excelencia; así mismo, el Dios Trino Creador dejó esa misma marca de excelencia y aún superior, en las profundidades del corazón del ser humano, el pináculo de Su creación.
Andreas Köstenberger, en su libro “Excellence: The Character of God and the Pursuit of Scholarly Virtue” [Excelencia: El carácter de Dios y la búsqueda de la virtud académica] manifiesta:
“Los teólogos sistemáticos normalmente no citan a la excelencia como uno de los atributos de Dios…Sin embargo, la excelencia se puede ver como un atributo divino general que abarca a todos los demás. Todo lo que Dios es y hace está marcado por la excelencia”. (Köstenberger 2011)
Y como ya lo hemos anotado también en los artículos anteriores, la marca de la excelencia de Dios está presente en toda la creación; consecuentemente en el ser humano.
Wernher von Braun, el reconocido científico alemán que nos trajo a la era espacial fue quien sentó las bases para los teléfonos celulares, la radio satelital, Internet, GPS y el radar Doppler. Pero no sólo eso, sino que especialmente sostenía una firme creencia en el Dios Creador de la Biblia. Y citamos precisamente a Von Braun porque luego de su conversión al cristianismo fue un fuerte proponente de la fe la cristiana y del creacionismo, defendiendo así que el creacionismo era una teoría científica factible para el origen del universo, la vida y el hombre.[2] Y precisó:
“Ser forzado a creer…que todo en el universo sucedió por casualidad violaría la misma objetividad de la ciencia. Ciertamente, hay quienes sostienen que el universo evolucionó a partir de un proceso aleatorio, pero ¿qué proceso aleatorio podría producir el cerebro de un hombre o el sistema del ojo humano?” (Bergman 2014)
La ciencia con todos y sus avances aún se admira de lo extraordinario de la estructura, composición y funcionamiento del cuerpo humano, como es el caso de quienes estudian el cerebro humano y toda la complejidad que éste conlleva; que, sin duda alguna, sigue dejando tremendamente asombrados a quienes sin descanso, avanzando en investigación tras investigación, no paran hasta precisar la magnitud y profundidad de este órgano.
Según un artículo del “Institute of Creation Research” [Instituto para la investigación de la creación], los investigadores encontraron la neurona etérea de rosa mosqueta, y Sherwin, su autor dice:
“…en muestras post mortem y en secciones de tejido cerebral de procedimientos quirúrgicos. Curiosamente, esta neurona recién descubierta no se encuentra en ratones. Son exclusivos de los humanos, y las neuronas de rosa mosqueta pueden activar un conjunto único de genes en ese único tipo de célula cerebral”. (Sherwin 2018)
Extraordinario como es el cerebro, aunque pequeño en su estructura física, apenas 3 libras si hablamos del cerebro de un adulto, maneja la información de 1000 supercomputadoras. El cerebro es como si fuera un centro de comunicaciones, y tuviera una computadora, una biblioteca y una video cámara, todo en uno solo. ¡Y cuanto más se usa el cerebro, mejor se vuelve![3]
¿No es fascinante? Pero hay aún algo mucho más fascinante en el ser humano, y si se quiere algo altamente impenetrable. ¡Su alma! ¿Por qué? Porque el alma representa el ser mismo de una persona.
Próximamente más sobre “la marca de la excelencia de Dios”, un tema profundamente extraordinario.
[1] Cecilia Yépez, “La Excelencia comienza en el corazón – Parte 1”, Blog “Hacia la Excelencia”, https://hacialaexcelencia.org/2017/02/28/la-excelencia-comienza-en-el-corazon-parte-1/
[2] Jerry Bergman, “Wernher von Braun: The Father of Space Flight,” Institute of Creation Research, https://www.icr.org/article/wernher-von-braun-father-space-flight
[3] Donald B. DeYoung, “Thinking about the Brain,” Institute of Creation Research, https://www.icr.org/article/thinking-about-brain/
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