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La grandeza nace de pequeños comienzos

«Nuestras palabras sinceras y nuestras actitudes honestas impactarán eternamente la vida de un niño».

A lo largo de mis viajes, este principio se ha convertido en realidad. Y es que en mi encuentro con los más pequeños de diversas comunidades, he podido testificar que el ingenio, la inteligencia y la creatividad son parte natural del ser humano, sin importar su grupo étnico ni origen.

Dany, desempolvó su cámara vieja para soñar con el mundo mágico de la fotografía

Dany, desempolvó su cámara vieja para soñar con el mundo mágico de la fotografía

A veces mantener una conversación con un niño puede ser más difícil que con un adulto. Esa avidez por aprender más a través de un sinnúmero de preguntas –algunas por cierto difíciles de contestar – es lo que permite que los niños y niñas expandan su mundo, crezcan, desarrollen su intelecto extraordinariamente.

Claro está, como ya sabemos, no todos los niños tienen estas oportunidades, muchos de ellos están limitados y encuentran grandes obstáculos para progresar en su aprendizaje y eventualmente convertirse en adultos con grandes habilidades.

El entorno de pobreza y extrema pobreza en el que muchos niños y niñas viven alrededor del mundo, es el mayor obstáculo que ellos enfrentan. Entorno que no sólo representa la carencia de recursos financieros y todo lo que ello implica, sino especialmente carencia de un ambiente saludable y motivador, de un ambiente que les empuje a crecer y a explorar un mundo más amplio y lleno de oportunidades, oportunidades que sus progenitores ciertamente no las tuvieron.

Sin embargo y aunque esta realidad sea la marca de un sinnúmero de comunidades, es tan gratificante

La curiosidad de esta pequeña seguro le hará conquistar sus sueños

La curiosidad de esta pequeña seguro le hará conquistar sus sueños

encontrarnos con pequeños cuyos ingenio, inteligencia y creatividad tiene aún mucho potencial, que felizmente no ha sido aún truncado. Sí, mucho potencial, si quienes tenemos la ocasión de relacionarnos con ellos y con sus familias, somos instrumentos de transformación y contribuimos para que un día alcancen todo su potencial y sea evidente la grandeza que ya existe en ellos.

¿Cómo? Muy sencillo. Nuestras palabras sinceras y nuestras actitudes honestas impactarán eternamente la vida de un niño. Wess Stafford, ex presidente de Compassion International, lo dice de esta manera: “El espíritu de un niño pequeño se parece bastante al cemento fresco. Cuando el niño es pequeño toma poco esfuerzo para impregnar en él algo que dure toda la vida”.

Sebas, para algunos un rebelde, para mí un muchacho con ingenio que sólo necesita guía y motivación

Sebas, para algunos un rebelde, para mí un muchacho con ingenio que sólo necesita guía y motivación

 

 

Recordemos, nuestra lengua tiene poder para la vida y la muerte, para construir y para destruir…utilicémosla para sembrar vida y vida en abundancia. La próxima vez que se encuentre con un niño, sin importar ni su origen ni su condición, háblele palabras de vida y anímele a perseguir sus sueños con esfuerzo, con honestidad y con pasión. ¡Ciertamente hay grandeza en el corazón de cada pequeño!

 

 

Fotografías:  Cecilia Yépez & cortesía de Tim Neeves

Paz y adversidad, belleza y dolor…¿en un solo lugar?

«Si existe un Dios amoroso que nos creó, entonces Él debe estar angustiado por el estado de este mundo».

 

Amber Van Schooneveld, writer

Amber Van Schooneveld, escritora

                                            Amber Van Schooneveld

 

Amber es escritora y editora senior de Compassion Canadá. Antes de trabajar para Compassion Canadá, trabajó para Compassion International como gerente editorial de los escritores y fotógrafos en campo. Siempre ha tenido un corazón sensible con respecto al sufrimiento del mundo. Cuando era niña, lloraba cuando otros niños mataban hormigas. Desde entonces, esto le ha llevado a conmoverse por un sufrimiento mayor en el mundo. Es autora de Hope Lives [La Esperanza Vive] y Passport to Prayer [Pasaporte a la Oración], ambos libros destinados a ayudar a que la gente conozca el corazón de Dios con respecto al sufrimiento de este mundo y a tomar acción. Tiene un título en Inglés de la Universidad Estatal de Colorado y vive en Colorado con su maravillosa familia.

 
¿Es posible que la paz y la adversidad, la pobreza y la riqueza, la belleza y el dolor llenen este mundo al mismo tiempo?

Algunas veces, sentada tranquila en mi hogar en Colorado, disfrutando de un hermoso paisaje, saboreando una abundante comida familiar y observando a mis hijas jugar, las imágenes en las noticias sobre la guerra, el desastre y la extrema pobreza pueden parecer inconcebibles. ¿Entonces, cómo es que con todos los dolores, las decepciones e inconvenientes de la vida, se puede vivir con tal seguridad cuando muchos otros, por ejemplo, los refugiados de Siria, viven en tal temor y carencia? Esto aturde la mente.

Aun así, sabemos que éste es ciertamente, el estado del mundo. Sin embargo, ninguna de nuestras experiencias son del todo buenas o del todo malas. Incluso en mi vida segura y tranquila, no estoy protegida del dolor del cáncer o del suicidio. Y aquellos que viven en extrema pobreza también pueden tener todavía la alegría de la familia y la belleza de la creación de Dios. Todos, o al menos la mayoría de nosotros experimentamos tanto la gran belleza y el amor, como el dolor y la pérdida desgarradora.

¿En sus varios viajes a lo largo de países desarrollados y en vías de desarrollo, que es lo que le ha llamado la atención con respecto a este fenómeno?

Cada vez que regreso a los Estados Unidos tras un viaje a un país en vías de desarrollo casi siempre me

Amber, autora del libro "La Esperanza Vive"

Amber, autora del libro «Hope lives» [La Esperanza Vive]

sorprendo de cómo la gente no se da cuenta de lo bien que estamos. Al vivir en un lugar relativamente próspero es fácil mirar alrededor a aquellos que tienen más dinero que otros y que esos otros crean que apenas lo están logrando. Somos muy pocos los que tenemos el contexto para comprender el lujo en el que vivimos porque no estamos rodeados de las alternativas de las personas que no cuentan con agua potable, alimentos apropiados, hogares seguros o acceso a la banca, a la atención médica, a los seguros o a las redes de seguridad social.

Por otro lado, siempre me sorprende cuán similares somos, sin importar de qué país seamos. Las personas son personas. Existen significativas diferencias culturales, pero creo que en nuestra esencia todos somos mucho más parecidos que diferentes. Tenemos los mismos deseos, ser amados, estar seguros y ver a nuestros hijos y familias prosperar.

¿Es responsabilidad de Dios (si existe un Dios) o responsabilidad del hombre todas las tragedias que este mundo está experimentando?

Yo diría que son ambos. Si existe un Dios amoroso que nos creó, entonces Él debe estar angustiado por el estado de este mundo. Y la Biblia nos dice que Él lo está. (Por ejemplo, en Lucas 19, se registra que Jesús lloró por el sufrimiento que vendría a Jerusalén. Y en todo el Antiguo Testamento dice que Dios escucha el llanto de los oprimidos). Entonces, la pregunta más desafiante que alguna vez se ha hecho es: ¿Por qué un Dios amoroso permite tanto sufrimiento? No es una pregunta que puedo atreverme a responder bien y no pienso que sea una pregunta que comprendamos plenamente en este lado de la eternidad.

Muchos cristianos han respondido a la pregunta del sufrimiento diciendo que Dios usa nuestro sufrimiento para fortalecer nuestra fe y nos lleva hacia Él. Aunque sabemos que Dios usa el sufrimiento tanto por la experiencia como por los pasajes tales como Romanos 5:3-5, no creo que esta respuesta sea toda la historia. Puede conducirnos a una mala teología, por ejemplo, alguien que afirme que Dios causó la muerte de un niño con el fin de darle una lección a la madre sobre la fe. En mi opinión, la verdad a la que me aferro cuando me tambaleo por el sufrimiento del mundo es la que Dios creó al mundo en el que existe el libre albedrío porque Él quería crear un mundo de relaciones de amor. Para que exista el amor, es necesario el libre albedrío, lo que significa que el hombre es libre de hacer el bien o el mal. Dios dice que tiene un plan para redimir al mal que se perpetra en este mundo, pero al igual que un tapiz que es hermoso por un lado y enredado por el otro, es difícil ver el sentido de tanto sufrimiento en nuestra limitada perspectiva.

Sin embargo, en toda la Biblia, Dios dice que también somos responsables de responder al sufrimiento del mundo. Nos llama a hablar en nombre de la justicia, a romper las cadenas de los oprimidos y a ayudar a aquellos en pobreza. Aunque no comprendemos porque se permite el sufrimiento, sabemos que Dios nos llama a ser activos para acabar con él y llevarlo fuera de este mundo. De hecho, en Efesios 2:10, Pablo dice que ¡Dios ha preparado las buenas obras con antelación para que las pusiéramos en práctica! Que gran honor que Dios nos valore tanto como para permitirnos ser Sus manos, para traer activamente la paz, la justicia y la igualdad al mundo.

Es tan cierto que no podemos cerrar nuestros ojos y decir que este mundo es un “paraíso”, ¿Existe alguna esperanza?

Amber, en uno de sus viajes, con dos pequeñas de la India

Amber, en uno de sus viajes, con dos pequeñas de la India

Aunque no podamos comprender plenamente por qué Dios permite tanto sufrimiento, a menudo pienso de nuevo en Genesis 16, en el cual Dios observó el sufrimiento de Hagar, una sirvienta. Cuando ella estaba a punto de morir en el desierto, Dios vio su necesidad y la ayudó, lo que la llevó a llamarlo “el Dios que ve”. En medio de nuestro sufrimiento, nunca estamos solos. Dios dice que Él está cerca de aquellos con corazones rotos. Él ve el dolor del mundo, Él escucha el llanto de los oprimidos y Él nos llama a todos a ser activos para ser Sus manos, para ofrecer consuelo, socorro, amor y ayuda física a este mundo.

Una mujer llena de fuego y pasión por aquellos en necesidad

«Cuando era niña, mi madre nunca me deseó. Me lo dijo tantas veces verbalmente y me agredió físicamente. Muchas noches, yacía en medio de la oscuridad, pequeña y con miedo, con sólo Dios para protegerme».

 

                  Michel (Shelly) DeLisle

Shelly DeLisle

Shelly DeLisle

Shelly, como a ella le gusta que le llamen, es cristiana, nació en Waukegan, Illinois, Estados Unidos. Shelly estudió Comunicación Interpersonal /Negocios Internacionales en la Universidad Marquette en Milwaukee, Wisconsin donde también jugó en la División I de Volleyball y corrió en la División I. Después de graduarse y obtener su titulo de Licenciatura en Comunicación, se unió al Cuerpo de Paz en calidad de voluntaria para el área de agro forestación en Níger, África del Oeste.

Luego de su retorno, Shelly continuó viajando en calidad de azafata internacional hasta que se casó con Jim, quien es actualmente Vicepresidente de Manufacturas en Imperial Printing. Shelly además trabajó para la Cruz Roja Americana y la YMCA de Metro Milwaukee como especialista de entrenamiento corporativo. Durante este tiempo tuvo a dos de sus tres hermosas hijas, esto antes de convertirse en miembro voluntario del cuerpo de bomberos. Shelly llegó a ser la primera mujer bombera del Cuerpo de Bomberos de Wauwatosa en 1998. Adicionalmente fue promovida a paramédica y luego a Teniente. Fue también líder del equipo del área de Material Peligroso y miembro del equipo especial de rescate.

Posteriormente, Shelly obtuvo una Maestría en Ciencias de Desarrollo Organizacional y Liderazgo en la Universidad Saint Joseph en Filadelfia, Pensilvania.

Durante los últimos 20 años, Michel DeLisle ha viajado y liderado equipos misioneros, de ayuda humanitaria y equipos de respuesta a desastres a través de varias agencias tales como: Lutheran World Relief, Cruz Roja, Harvest International, Compassion, CMF, Missions of Hope, Pwoje Espwa, etc. En la Iglesia, ella ha actuado como Directora de Educación Cristiana, Coordinadora de Misiones y Directora de la Escuela Bíblica Vacacional a lo largo de los años.

Shelly, su esposo Jim y sus tres hijas, Madisson, Dylan y Colleen están todos activamente involucrados en el servicio, internacionalmente y dentro de los Estados Unidos.

Shelly, cuéntenos acerca de su experiencia como miembro del cuerpo de bomberos en Estados Unidos. ¿Qué tiempo sirvió como bombera y cuáles fueron las tres lecciones más relevantes para la vida que usted aprendió?

Yo me convertí en miembro voluntario del cuerpo de bomberos en 1995 después de haber tratado a una de mis hijas de una lesión severa. Entonces llamamos al cuerpo de bomberos y ellos pensaron que yo tenía el entrenamiento y temperamento adecuados. A partir de eso, llegué a ser bombera profesional y de hecho, la primera bombera del cuerpo de bomberos de Wauwatosa, un departamento grande que cubre áreas urbanas y suburbanas. Fui también entrenada como paramédica y posteriormente promovida a Teniente. Serví a través de los equipos especiales de rescate y además fui líder del equipo de Materiales Peligrosos. Aprendí muchas cosas, pero aquí les comparto las tres lecciones más relevantes:
1. Nunca sacrificar a una persona por un proceso. Es decir, ninguna política, acción, procedimiento debe darse antes de valorar a una persona, su confianza o su bienestar.
2. Estar listo a rendir cuentas por las palabras expresadas, por sus acciones y por las promesas hechas. Estar cansado, con hambre, molesto, estresado, etc. no es excusa para tratar o hablar a alguien inapropiadamente.
3. Algunas veces, las cosas se escapan de nuestras manos. Hay que ser lo suficientemente humilde para aceptarlo.

Ciertamente el salvar vidas conlleva riesgos. Shelly, sabemos que usted comenzó a tener problemas respiratorios en el 2010. Cuéntenos acerca de su condición de salud y cómo esto afectó su involucramiento en la extinción de incencios.

En el 2010, comencé a sufrir de bronquitis y problemas respiratorios cada vez que apagaba fuegos. Tenía una opresión en mi pecho, tos y algunas veces requería tratamiento médico. Siempre me recuperaba después de unos pocos días. En noviembre del 2012, apagué dos incendios de casas en la misma semana. Después del primero, un martes, tuve esa opresión en mi pecho y tos. Trabajé jueves y

Shelly, la primera bombera en Wauwatosa, WI

Shelly, la primera bombera en Wauwatosa, WI

sábado de esa semana, 24 horas de turno y para el sábado ya comencé a expulsar flema de mis pulmones. El domingo en la mañana, cuando mi turno terminó, recibimos otra llamada de una casa que expulsaba humo. Yo sabía que mis pulmones no estaban lo suficientemente sanos para colocarme los aparatos de respiración pero como mi relevo no llegaba aún, simplemente fui. Éste fue el último fuego que combatí. Tuve un turno corto aquella noche en el cuerpo de bomberos, mi tos empeoró y ya no pude respirar. Salí de allí y fui directo al doctor. Ella me dijo que no volvería a extinguir incendios nunca más. Me resistí a creerle. Por alrededor de 5 semanas, solamente pude moverme de la cama a la silla y viceversa. Difícilmente podía incorporarme para peinar a mi hija. Estaba exhausta y era doloroso el sólo hecho de tomar aire para respirar. Fue extremadamente difícil. Éste fue el tiempo en que mi hija menor, según me contó, profundizó su relación con Dios. Ella decía que oraba cada día para que su mami viviera y cuando Dios respondió sus oraciones y yo comencé a sentirme mejor, ella entendió que ¡Dios era real!

Después de un par de meses, ya podía caminar hasta la entrada de la casa para recoger el correo y comprendí que mi vida había cambiado para siempre. Discutí con cada doctor y rogué para regresar a combatir incendios. Ningún doctor lo aprobó. El cuerpo de bomberos terminó mi contrato porque yo no estaba lo suficientemente sana para extinguir incendios, lo cual no es legal en los Estados Unidos. Ellos pelearon en la corte y mi familia tuvo que soportar adversidad en las finanzas, esto mientras teníamos dos hijas en la universidad. Pero cada vez que pensamos que nos faltaría dinero para algún pago o el riesgo de perder nuestra casa…¡Dios proveía! Él enviaba dinero a través de otros bomberos para cubrir nuestras necesidades. Dios nos dio becas para cubrir la pensión de nuestras hijas. Al principio, sí me preocupaba pero después de unos pocos meses entendí que Dios sí provee. Nuestra hija menor recibió una beca para música así que ella pudo continuar tomando clases de violín. Cada vez que pensamos que el dinero se nos terminaba, éste aparecía de alguna manera. Como Dios dice, ¿acaso la preocupación añade un día a tu vida? Si Dios cuida de los lirios y de los pájaros, ¿no cuidará de nosotros? ¡Tenemos paz en nuestra situación! ¡Tenemos fe de que Dios tiene un plan para nosotros!

El cuerpo de bomberos inicialmente me dijo que no podría volver a trabajar en ningún lugar y que no debería ni siquiera ofrecerme como voluntaria; algo que ha sido gran parte de la vida de mi familia antes de mi enfermedad. Así que les dije que ellos podían controlar mi empleo con ellos, pero que jamás controlarían quién yo era. Y para mí, yo siempre he sido “servicio a los demás”.

Desde que desarrollé esta enfermedad en mis pulmones y habiendo dejado el cuerpo de bomberos, yo he dividido mi tiempo entre muchas organizaciones importantes. Sirvo medio tiempo como Coordinadora de eventos especiales para Interfaith Senior Programs en Waukesha, una organización que brinda ayuda a adultos mayores y personas de todas las edades con discapacidades, las coloca como voluntarios en escuelas en calidad de mentores de estudiantes. También sirvo como Directora de Desarrollo y Comunicaciones para Just One More, un ministerio en el cinturón de pobreza de la ciudad. Este ministerio recolecta alimentos, los empaca y los distribuye a personas con hambre, sin hogar, en necesidad. Hemos servido más de 100.000 comidas el año pasado y el número sigue creciendo. Hago también consultoría en desastres en los Estados de Washington y Louisiana con Response Systems International y hago coaching a un equipo nacional de Volleyball que ha incorporado el “servicio” durante su temporada de juego. Por otro lado, mi familia provee múltiples comidas comunitarias a lo largo del año y viaja además a las Reservas de Nativos Americanos y otras comunidades en necesidad para asociarse con aquellos en pobreza. ¡Estar enferma no cambiará esto en absoluto!

¿Cuándo y por qué decidió involucrarse en el servicio a los pobres y aquellos en necesidad?

Cuando era niña, mi madre nunca me deseó. Me lo dijo tantas veces verbalmente y me agredió físicamente. Muchas noches, yacía en medio de la oscuridad, pequeña y con miedo, con sólo Dios para protegerme. Pienso que esto infundió un deseo para cuidar de otras personas de tal manera que ellas no se sientan pequeñas ni solas en medio de la oscuridad. Realmente no recuerdo una sola vez que yo no me haya parado a favor del desvalido.

Brindando asistencia en las montañas de Haití, 2006

Brindando asistencia en las montañas de Haití, 2006

Puedo compartir que aún después de haber desarrollado esta enfermedad en mis pulmones y siendo forzada a dejar el cuerpo de bomberos, yo todavía reconozco que tengo una buena familia y amigos, un techo sobre mi cabeza, comida en mi despensa, una comunidad segura, lo cual sin lugar a dudas me lleva a estar profundamente agradecida en mi vida y continuar sirviendo a aquellos menos afortunados.
Mi esposo Jim y yo llevamos cada semana entre 600 y 800 lbs. de comida a las personas desamparadas, sin hogar. También preparamos y proveemos comidas entre 6 a 8 veces al año a chicos del cinturón de pobreza de la ciudad durante los fines de semana. Promovemos un evento anual para recolectar abrigos para invierno y entregarlos a más de 1.000 estudiantes. Les damos abrigos, gorras y guantes. En Navidad, reunimos amigos para recolectar 100 fundas de regalos para los chicos del cinturón de pobreza de la ciudad; y en el Día de Acción de Gracias, hacemos lo mismo para proveer comidas de la festividad a más de 50 familias. Jim es el Vicepresidente de Manufacturas en Imperial Printing y ha incorporado la filosofía de servicio como parte de la filosofía de su compañía, no solamente proveyendo servicios de impresión gratuitos o a bajo costo para organizaciones sin fines de lucro, pero también empacando comidas, proveyendo espacios de bodega para la recolección de abrigos de invierno, alimentos, y desde luego facilitando el camión de su compañía para la distribución.

¿Cómo Dios le preparó para servir a los pobres mientras usted sirvió como bombera?

Como bomberos, nosotros nunca somos invitados a la casa de alguien cuando las cosas marchan bien. Siempre lo es en el peor momento. Con certeza, sin importar la situación económica, raza, clase social,

Asistiendo después del terremoto en Haití, 2010

Asistiendo después del terremoto en Haití, 2010

etc. al final todos somos parte de la hermosa creación de Dios con necesidades básicas de comodidad, cordialidad-afecto, cuidado y seguridad. Servir como bombera me dio la habilidad de reconocer prioridades (la vida, los otros, no el dinero o las posesiones, etc.) y aprendí a enraizar calma, tranquilidad en mi interior de tal manera que pudiese confortar a otros y hacerlos sentir seguros. Así también desarrollé la habilidad de actuar sin pánico alguno en medio de situaciones altamente estresantes. Desde luego, mis habilidades médicas y de emergencia han sido también muy útiles para asistir a aquellos que viven en pobreza.

Finalmente, ¿qué les diría a aquellos que están considerando servir a los pobres pero que todavía no han tomado acción?

Solamente, ¡hángalo! Como mi hija menor lo expuso ante una audiencia de 400 personas, ustedes no necesitan habilidades especiales para cuidar de otros, solamente un corazón por la gente. No hay excusa para esperar. Ustedes pueden escuchar, pueden tomar una mano, pueden entregar un sándwich o una botella de agua. No hay nada que se interponga entre ustedes y el servicio a los demás.

 

¡Un desafiante llamado para terminar con la pobreza!

Tim Neeves, Director de Prospect Arts y Director de la película 58 nos desafía a ser instrumentos de Dios, vivir Isaías 58 y ser una mano que sana a un mundo herido.

¡Disfruten de esta entrevista y vivan 58!

 

 

De niño sin esperanza a un joven visionario

«No debemos sobresalir o brillar por el simple hecho de actuar con excelencia, sino más bien para que el nombre de Dios sea glorificado».

 

Daniel Njenga Maina

Daniel Njenga Maina es ex patrocinado de Compassion. Njenga, como él prefiere ser llamado, tiene 29 años. Nació en Kenia, a una media hora de la ciudad de Nairobi.

Njenga actualmente estudia una Maestría en estudios Urbanos e Interculturales en el Instituto Bíblico Moody de Chicago. Se graduará en mayo de 2014.

Njenga en el Moody Bible Institute

Njenga en el Moody Bible Institute

Njenga viaja dos veces al mes a través de iglesias en los Estados Unidos en calidad de portavoz de Compassion.

Njenga también realiza su prácticas ministeriales sobre plantación de iglesias en una iglesia local de Chicago y además trabaja medio tiempo en el departamento de Aprendizaje a Distancia de Moody. Es quien coordina las clases modulares de post-grado.

Cuando Njenga retorne a Kenia, planea comenzar una iglesia y al mismo tiempo entrenar pastores y líderes laicos en teología. También está procurando brindar soporte a una escuela de Kenia para la instalación de una biblioteca. Anhela además que este modelo pueda replicarse en otras escuelas en el futuro.

 
Cuéntanos acerca de tu trasfondo y específicamente ¿cómo fue tu vida y el crecer en un ambiente de pobreza?

Bueno, para mí la pobreza comienza con mi madre. Mi mamá tenía 14 años cuando yo nací, entonces era una mujer muy joven. Además ella no había recibido ninguna educación. Mi abuela la echó de la casa. Y entonces, cuando yo tenía 9 años mi madre murió y ¡eso fue muy difícil para mí! Sabes, mi padre nunca estuvo presente. En realidad, nunca supe quien fue mi padre.

Mi mamá tuvo tuberculosis y en ese entonces no pudo tener acceso a atención médica. Esa fue una época muy dura para mí. A los 7 años ni siquiera había podido asistir a la escuela y nosotros vivíamos en una casa de 10 por 10 pies, un espacio muy pequeño. Yo cuidaba de mi hermana que tenía tres años menos que yo. ¡Así que, vivir en esas condiciones era muy complicado!

No había personas con mucho dinero donde yo vivía, pero sí había muchos alcohólicos, y se vendía droga como a unos 100 pies de distancia de mi casa. Entonces, mientras me convertía en un adolescente, había mucha tentación de llegar a involucrarme con las drogas. Y sí, había una pandilla muy famosa. Mucha gente joven decidía entrar a las pandillas como una manera de escapar de la pobreza. Felizmente, yo jamás me involucré con las pandillas o las drogas.

Y nunca fui a la iglesia tampoco, a diferencia de mi abuela que era católica. Yo nunca fui a la iglesia porque tampoco mi mamá lo hacía.

Antes de que mi madre falleciera, ya nos habíamos cambiado a la casa de mi padrastro –el padre de mi hermana. Él se dedicaba a realizar trabajos mecánicos –soldadura a gas. Trabajaba en el campo, en lugares donde reparaban autos. Él sólo se sentaba a esperar que el trabajo llegara. Era una situación muy difícil. Nunca sabíamos cuándo él tendría dinero. Por ejemplo, había veces en que él se iba y nosotros nos quedábamos en casa esperando que él llegue con algo de comer, porque no nos había dejado dinero. Y entonces él regresaba después de caminar como 25 kilómetros… era muy, muy lejos y sólo nos decía “Hoy no tengo dinero para ustedes”. En esos casos lo que hacíamos era beber un poco de agua y pasar la noche con la esperanza de que Dios proveyera para el siguiente día.

 
¿Qué concepto tenían ustedes acerca de Dios en ese momento de sus vidas? ¿Existía Dios para ustedes?

No puedo recordar eso exactamente…a la edad de 7 años. No puedo recordar un claro concepto de Dios, pero cuando tenía 9 años, yo ya había ingresado al programa de Compassion, ahí fue cuando empecé a aprender de Dios y recuerdo que todo eso fue muy raro para mí. Recuerdo que me pedían que cerrara los ojos para orar, pero eso no tenía ningún sentido para mí. (Ríe)

Claro, no veías a nadie ni sentías nada en especial…

¡Exacto! No podía sentir nada. Me refiero a que cubría mis ojos, a medias, tratando de ver lo que sucedía.

¿Cómo fue tu experiencia de llegar a ser parte del Programa de Patrocinio de Compassion? ¿De qué manera empezó a cambiar tu vida?

Bueno, creo que lo mejor que me pasó fue llegar a ser parte de una iglesia y que me presentaran el Evangelio a tan corta edad. Cuando hago una retrospectiva de mi vida veo ese hecho como la mejor inversión que hayan realizado en mí. El sólo concepto de que Dios nos ama era una idea muy extraña para mí. Yo creo que lo que pasa cuando vives en condiciones de pobreza es que el concepto del amor es difuso o no tiene sentido. ¡Entonces el sólo saber que Dios estaba ahí, me dio esperanza! Pero también fue el hecho de tener cubiertas mis necesidades básicas como la comida o la asistencia médica cuando asistía al proyecto. En el proyecto de Compassion me enseñaron cómo lavarme los dientes. Incluso recibí mi primer cepillo de dientes y mi primera pasta ahí, y le he dicho a la gente que casi me trago la pasta de dientes porque ¡era tan dulce! ¡Sabía tan bien! (Ríe) Y además, recibí una cobija y tuve mi propio colchón, un colchón muy cómodo que compartía con mi hermana.

Njenga visita a niños patrocinados por Compassion en Kenia

Njenga visita a niños patrocinados por Compassion en Kenia

No sólo eso, sino que Compassion además pagó mi matrícula cuando empecé a estudiar en la escuela y eso me dio muchas más oportunidades para empezar a soñar con la persona en la que quería convertirme.

Recibí libros de texto, de trabajo e incluso el programa pagó por mis uniformes. Fue así como creció mi autoestima por sobre todas las cosas. Comencé a ver amor en mí mismo. Pero claro, ¡todo esto fue posible gracias a mis patrocinadores!

 
¿Cómo fue que aprendiste este concepto del amor de Dios si no experimentaste un amor real y personal aquí en la tierra?

Sí, crecer fue muy difícil para mí. Mi padre (padrastro) me maltrataba mucho, me pegaba todo el tiempo. Y eso, bueno, fue una lucha para mí. Sabía que Dios me amaba pero cuando me convertí en un adolescente dejé de ir a la iglesia. Continué asistiendo al programa de los sábados en el proyecto de Compassion pero no iba a la iglesia los domingos porque estaba peleando contra esa idea.

Traté de huir tanto como pude, pero mientas más escapaba más vacío me sentía. Y finalmente, puse toda mi esperanza en la fe cristiana. Después de dos años regresé a la iglesia y volví a dedicar mi vida a Cristo. Eso cambió muchas cosas para mí increíblemente. Una de ellas es que yo quería perdonar a mi padre (padrastro) porque me di cuenta de que mi corazón tenía una gran carga y yo no estaba en paz con Dios.

Desde aquel momento, comencé a apreciar y querer más a mi padre (padrastro). Comencé a ver sus esfuerzos para criarnos y a pensar en las luchas que debió haber enfrentado sin una esposa. Y sabes, eso hizo que le apreciara y respetara aún más.

Aunque mi padre (padrastro) nunca pudo proveer para nosotros de la forma como yo hubiera querido, eso nunca me hizo ver a Dios como un dios distante. Para mí el haber sido parte del programa de Compassion fue razón suficiente para saber y comprender que Dios es bueno. Mis necesidades fueron cubiertas y había alguien muy, muy lejos que se preocupaba por mí, y esos simples hechos ya me comunicaban de sobra acerca de la existencia de un Dios que me ama.

 
¿Cómo saliste de la desesperanza a una vida llena de sueños y esperanza?

Sabes, yo nunca había pensado en qué es lo que quiero llegar a ser. Recuerdo que cuando era niño, una vez dije algo acerca de querer ser mecánico porque mi padre era mecánico.

Luego decía que quería ser carpintero porque eso era lo que conocía y solo veía carpinteros a mi alrededor.

Hasta que empecé a leer y aprendí que existen personas a las que les llaman doctores, hay abogados, hay ingenieros. Por mucho tiempo quise convertirme en ingeniero, pero luego cambié a abogado, sabes, porque quería defender los derechos de las personas. Pero al final terminé convirtiéndome en profesor debido al impacto que los maestros habían tenido en mi vida. Ahí fue cuando dejé de soñar para mí mismo y empecé a pensar en tener una visión más amplia y sueños más grandes de cómo usar aquello en lo que me quería convertir para ayudar a otros.

Entonces, no sólo llegué a ser maestro sino que Dios también me llamó a ser pastor. Y yo nunca había pensado en ir al Seminario. Ni siquiera tenía un centavo para pagar mi matrícula. Había hablado con algunas personas y esperaba poder levantar fondos. Pero Compassion, en ese mismo momento, abrió la oportunidad para estudiar en Moody y yo apliqué para la beca de estudios en el Moody Bible Institute en Chicago. Esperé entre 5 o 6 meses…¡era muy competitivo! Estudiantes de 26 países donde Compassion sirve estaban esperando por esta oportunidad. Yo realmente quería venir a Moody y gracias a Dios lo logré. ¡Ha sido una extraordinaria experiencia!

 
Después de esta especial jornada ¿cuáles son tus sueños y planes ahora y cómo te está guiando Dios hacia ellos?

¡Buena pregunta! Mi sueño cuando vine a Moody era regresar a Kenia y empezar a plantar iglesias, pero al mismo tiempo ayudar a aquellos pastores que nunca han tenido el privilegio de ir a un seminario, como lo estoy haciendo yo. Y eso es exactamente lo que quiero hacer. Aún quiero hacer eso, regresar a Nairobi y empezar una iglesia ahí. Pero también quiero crear una red para movilizar recursos en Kenia, y de ser posible fuera de Kenia para equipar las iglesias de mi país de tal manera que puedan cumplir con el llamado de Dios que es continuar con la Gran Comisión en Kenia. Sé que es un gran sueño y hay veces en las que siento que tal vez no puedo hacerlo, sabes, es demasiado grande; pero mientras más veo hacia mi pasado y recuerdo lo que Dios ha hecho en mi vida, pienso “¡Dios sí puede hacerlo!”

Tengo pasión por la educación por todo lo que he visto de ella y las puertas que se abren. La sola oportunidad de ir a la escuela me ha dado el privilegio de conocer a mucha gente e inclusive de venir acá, a Estados Unidos. Tengo un amigo que me donó un terreno para construir un centro de recursos para la comunidad. Ahora yo quiero crear un modelo para Kenia donde podamos tener un centro de recursos en un lugar pero a la vez replicarlo en todo el país. Este centro de recursos es un lugar donde los niños pueden ir a leer un libro, hacer sus tareas y donde chicos graduados del colegio puedan ayudarnos con estos estudiantes y enseñar a otros jóvenes a retribuir a su país y a sus comunidades, lo que ellos ya han recibido.

También espero que este centro de recursos llegue a ser un lugar donde los pastores puedan ir, dentro de sus comunidades, a preparar sus propios sermones y a estudiar más, e incluso llevar a cabo seminarios.

 
¿Cuál es tu principal motivación para lograr estas metas ambiciosas?

Yo creo que todos necesitamos crecer en excelencia y seguir trabajando para desarrollar nuestras habilidades. Siento que necesito, que quiero hacer todas esas cosas, pero que además necesito de alguien que vierta su conocimiento en mí. Creo que ese es un muy buen concepto de que la gente vierta lo que sabe en uno para que luego uno pueda también compartir con otros. ¡Sólo así lograremos una verdadera transformación!

Pero claro, no debemos sobresalir o brillar por el simple hecho de actuar con excelencia, sino más bien para que el nombre de Dios sea glorificado. Y es que si Dios creó todo tan bello, yo pienso que como cristianos tenemos que ejemplificar todo esto. Dios nos dio tantos dones. Así que se trata de que usemos nuestros dones para servir a los demás. Porque la excelencia no se trata solamente de nosotros mismos, se trata de los demás. Luego, la gente va a notar nuestro nivel de excelencia y van a desear alcanzarlo. E incluso van a preguntar… ¿por qué hacemos todo esto? En conclusión, nuestra excelencia deberá mover a la gente a hacer preguntas acerca de nuestra fe.